CIMPAR cumple 10 años en la gestión ambiental responsable

Esta comisión interempresaria municipal llega a 2011 con una experiencia de 10 años de concertación público-privada para la construcción de políticas ambientales y de procedimientos empresariales respetuosos del medio ambiente.

En una ciudad que aprendió a encontrar oportunidades en las crisis, 2001 hizo temblar las estructuras, pero también gestó experiencias como CIMPAR: la Comisión Interempresaria Municipal de Protección Ambiental de Rosario, que en diez años se ha instalado como referente para consultas, elaboración de procedimientos empresariales, normativa y políticas públicas en materia de producción sustentable -de competitividad para las empresas y respetuosa del medioambiente.

“En plena crisis, la variable de ajuste para las empresas siempre es la ambiental», cuenta Adrián Salichs, el presidente del CIMPAR. “Por eso, convocados por la Municipalidad, algunos empresarios nos reunimos, discutimos el tema, y comenzamos a reunir recursos técnicos para generar herramientas de bajo costo que sostuvieran la gestión ambiental de las empresas, especialmente las Pymes”, desarrolla Edgardo Seguro, Director Provincial de Medio Ambiente de Santa Fe, que en el momento de la fundación de CIMPAR se acercó en representación de -en aquel momento- Aguas Provinciales.

El vínculo entre el Estado local y provincial y las empresas de Rosario y su área metropolitana, entramado con las capacidades específicas de actores como las cámaras y las universidades, tildó varios objetivos cumplidos en la primera década de trabajo por la gestión pública y privada ambientalmente responsable.

La meta convocante se cumplió durante los dos primeros años: contribuir en el diseño de la estrategia de gestión de residuos. Cuando la agencia de cooperación técnica alemana GTZ, que había alumbrado sus inicios, se retiró del proyecto dejó otro gran desafío: continuar impulsando la gestión sustentable de las empresas a través de diferentes acciones, como manuales de buenas prácticas, desayunos de discusión, asesoramiento específico, formación profesional, elaboración de normativa y políticas públicas.

Así, a lo largo de diez años profundizaron las acciones, y además de tres manuales de buenas prácticas publicados y otros cinco en producción, unas 70 empresas participaron de distintas acciones de CIMPAR, 120 personas discutieron asuntos de transcendencia en desayunos de trabajo, 20 prácticas profesionales se acompañaron desde la misma institución que coordinó la Feria Internacional del Medio Ambiente en 2010.

Marcelo Azanza, vicepresidente de CIMPAR, considera que la concertación de actores con diferentes roles en la vida política, económica y social de la ciudad, aunque lleva años de esfuerzos, encuentra en cada eje de trabajo una relación de «ganar-ganar»: ganan las empresas, gana el Municipio y por tanto, la sociedad. Para explicarlo, utiliza la idea de la mano invisible, que hiciera famosa el economista Adam Smith.

Encontrarse para diseñar manuales de buenas prácticas, gestionar la formación profesional, ofrecer asesoramiento específico, para los miembros de CIMPAR, también fomenta una relación de confianza que permite la discusión y el consenso de políticas o normativas sobre temáticas ambientales que son más eficientes.

Edgardo lo explica: “Para las empresas, se trata de obtener un producto que le permite mejorar su gestión y, al estar cerca del grupo que define políticas, también pueden saber de antemano qué se va a hacer y cómo invertir. Para el Municipio, esta relación implica llevar políticas a las empresas con mayor fluidez, y recibir la visión empresaria de cómo va a impactar lo planeado en la producción, en medioambiente y en sociedad”.

Daniela Mastrángelo, subsecretaria de Medio Ambiente de la Municipalidad de Rosario, fundamenta: «Las políticas ambientales requieren de un pilar fundamental que es la toma de conciencia y el compromiso, que se traducen en acciones más responsables y proactivas, que en el caso de las actividades productivas y de servicios pueden redundar en una mejora en la competitividad de las empresas. Entonces, para el Estado se trata de una experiencia que plantea un cambio de paradigma en el control ambiental de las actividades productivas y de servicios».

Todavía más: «Sin relegar sus responsabilidades en el control de la normativa ambiental, el trabajo conjunto con el sector privado plantea la posibilidad de acordar medidas posibles, de prevención de la contaminación, que incluso vayan un paso delante de la normativa. Se trata de generar acciones que, trabajadas en conjunto, se traducen en políticas públicas ambientales, apropiadas por actores sociales clave garantizan su continuidad y sostenibilidad en el tiempo».

En plena celebración de diez años de muchos logros, para los fundadores de CIMPAR queda una lista de desafíos por abordar: sostenerse como institución de referencia en distintos espacios públicos y privados -locales, metropolitanos, provinciales y de la nación-, consolidar la ampliación de su injerencia en el área metropolitana y generar la transición de la cúpula rectora (de empresarios y funcionarios) a los nuevos jóvenes de CIMPAR. “Para sumar ideas, la renovación es necesaria”, sostienen.

Además de una biblioteca virtual ambiental, el proyecto en el que están trabajando con mayor dedicación en la actualidad es una “bolsa de residuos”. ¿En qué consiste? Emulando las bolsas de trabajo, con el nombre de elemento clave de la higiene urbana, este proyecto pretende recoger los desechos de diferentes empresas y tratarlos correctamente para convertirlos en materias primas que utilizan otras empresas. “Lo que unas desechan, otras suelen necesitar para producir”, explica Edgardo la nueva idea que los convoca.

Los cuatro se muestran convencidos de su tarea, apasionados, no quieren que se escape ningún detalle: entre ellos se agregan, se complementan. En todo coinciden, poniendo en evidencia estos diez años de diálogo y construcción colaborativa.

“Una organización como CIMPAR no es posible en cualquier lugar», estima Edgardo. “Cuando queremos extrapolar la experiencia, aparecen dudas sobre cómo hacer funcionar algo así, voluntariamente”, se explica. Él cree que se debe a que en la idiosincrasia “insistente” de los rosarinos se encuentra el germen necesario para generar ideas, que se van encauzando por distintos lugares, como lo ambiental, en este caso.